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lunes, 3 de diciembre de 2012

En la burbuja.

Girar, hasta que la falda de tu vestido se acampane, hasta que el pelo envuelva tu cara, hasta que no distingas los pósters ni lo que hay al otro lado de la ventana.
Girar, hasta que te parezca que estás en una burbuja, hasta que tu mente se vacíe, hasta que los problemas se mareen y se vayan.
Girar, hasta caer, hasta que el mundo te dé vueltas desde el suelo, hasta volver a la realidad.
Girar, para sentir libre aunque sea por un momento.



viernes, 9 de noviembre de 2012

Live while we're young.

¿Cuánto tiempo desperdiciamos pensando en el futuro? Demasiado. Y ese tiempo lo echaremos en falta cuando seamos unos adultos cargados de responsabilidades; extrañaremos la intensidad con la que solíamos sentir las cosas, lo dispuestos que estábamos a defender nuestros ideales, la manera de querer pura y sincera, la fe en los "para siempre" e "infinito"; la facilidad para pasar de las lágrimas a la sonrisa... Extrañaremos la libertad.
Por ello, deberíamos proponernos vivir el día a día, y en vez de preocuparnos por lo que nos pasará dentro de un año, preocuparnos por el día siguiente. Porque ya bastante tenemos con estar llenos de exámenes y sentirnos solo comprendidos por un par de personas como para ponernos a pensar en los problemas del futuro. Ya nos llegará el tiempo de amargarnos con ellos cuando les llegue su momento. Mientras tanto vivamos: riamos, cantemos, soñemos, bailemos bajo la lluvia, besemos, gritemos de felicidad, descubramos nuevos lugares, quedemos con nuestros amigos; seamos felices.
Porque hay cosas que sí duran para siempre, y la amistad puede ser una de ellas.


jueves, 13 de septiembre de 2012

Asleep.

La canción dice "Wake me up when September ends"; pero no quiero que me despiertes cuando septiembre termine, sino cuando vayas a estar a mi lado.



viernes, 20 de julio de 2012

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Camina sola, y en esa oscura calle solo se oye el ruido se sus tacones al chocar contra los adoquines de la acera. El suave viento que sopla esa noche ha secado las lágrimas de su rostro, pero sus ojos enrojecidos y vidriosos, al igual que el leve temblor de su labio inferior, revelan que ha llorado no hace mucho. Repite la escena en su cabeza, una y otra vez, como si fuese culpa suya por haber pasado por delante de aquel lujoso restaurante justo en ese momento, por haberse detenido a admirar la elegante decoración a través de la cristalera, por fijarse en las parejas que disfrutaban de la velada sonriendo, contándose detalles triviales de sus respectivas vidas, besándose..., besándose. Aprieta los ojos con fuerza, impidiendo que nuevas lágrimas surquen sus mejillas. La imagen vuelve. Saca un pañuelo de papel, pero el paquete cae al suelo, al igual que el alma le cae a ella a los pies. Se ve invadida por una mezcla de tristeza, soledad y vacío; pero no hay ira, solo sufrimiento. Deja el paquete en el suelo y continúa su camino, ya que tiene miedo de que si se agacha no dé reunido las fuerzas suficientes para levantarse de nuevo. Él tenía una importante reunión, eso le dijo; y ahora ella ve que no le ha mentido, que sí está reunido, pero no con quién ella pensaba. Llega a su casa, oscura, vacía, sin alma, como ella en estos momentos. A lo mejor es que ella ha contagiado ese espíritu a la atmósfera, ya que esa misma mañana le parecía un apartamento lleno de vida y luz, la vivienda ideal. Se mete en la cama vestida, se sienta con la piernas encogidas en el pecho y se tapa con toda la ropa de cama. Esconde la cabeza entre las rodillas, y se tortura. ¿Desde cuándo pasará eso? El domingo anterior, ¿sería verdad que iba al fútbol? O el jueves, ¿de verdad tendría que hacer horas extras? ¿Y ese viaje de negocios de dos meses atrás, trataría los mismos negocios que hoy?
Pero lo que más le duele es que no recuerda que alguna vez la haya besado a ella con tanto sentimiento en los cinco años que llevan juntos.

jueves, 21 de junio de 2012

Romancero del Conde Olinos

Sé que a much@s os aburrirá pero amo este texto y no he podido resistir la tentación de publicarlo.

Madrugada el conde Olinos,
mañanitas de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a escuchar;
caminante que camina
detiene su caminar;
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.

Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira hija, cómo canta
la sirenita del mar.
- No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos,
que por mí penando está.
-Si por tus amores pena,
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real.
-¡No le mande matar, madre,
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!
-¡Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!

Él murió a la media noche,
era a los gallos cantar.
A ella como hija de reyes,
la enterraron en el altar,
y a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco,
de él un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba,
no cesaba de llorar.
De ella ella naciera un garza;
de él, un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.




Extraterrestre

Cada vez estoy más segura de que soy extraterrestre. ¿Hay alguien que no llore en una despedida en la que algunos de sus amigos se van para siempre del colegio y esté a punto de llorar después con una canción? Pues esa soy yo.
Pero además de esa tara en las emociones, está también la manera de pensar, no seguir las modas masificadas (no sólo al vestir me refiero), estar siempre en las nubes, vestirme según mi estado de ánimo, no escuchar lo ahora llamado música, amar cosas que a la mayoría les parecen "pasadas"...
Quizás yo esté programada para vivir en el pasado, quizás en mi planeta seamos todos así; no me importa. Yo ya tengo mi teoría: la gente hace lo estipulado en lugar de lo que les gusta, persiguen los sueños de la mayoría o sencillamente no anhelan nada, como mucho el móvil más reciente y caro del mercado. Pues yo prefiero ser una extraterrestre a un robot sin personalidad.
A lo mejor la rara no soy yo sino el mundo, y soy consciente de que esa es una idea muy egocéntrica pero a veces no puedo evitar pensarlo. Y si un día este loco mundo me desborda me margino o me vuelvo a mi planeta y punto pelota, y si a alguno de esos robots preprogramados le molesta, pues a mí plin.

(Imagen de desmotivaciones.es)